Jamás me había tocado cubrir una nota así: una vecina llamó a los bomberos, porque había un gato subido a un pino, que pasó tres noches maullando sin poder bajar. Los bomberos llegaron, y luego de atar cuerdas al árbol, comenzaron a sacudirlo para lograr que el felino caiga.
Craso error, pues se agarró cada vez más, producto del susto que le generaban las sacudidas del árbol. Finalmente, y siguiendo el consejo de los mismos bomberos, dejaron un plato con comida en la base del árbol y el gato bajó por sus propios medios (dos días después). 31 mayo 2012
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